La fundamentación del aprendizaje cooperativo como metodología efectiva en el aula es de corte psicológico y pedagógico, es decir, los estudios actuales sobre cómo aprende el ser humano, cómo procesa la información y cómo la retiene, indican que el aprendizaje es un proceso social, en el que la interacción con otros aprendices del mismo nivel cognitivo implica un mayor y mejor procesamiento de la información.
Sin entrar en demasiados tecnicismos y de forma muy resumida, podemos decir que esto se debe a que la interacción entre dos alumnos que se enfrentan juntos a una tarea da lugar a un conflicto socio-cognitivo para cuya resolución han de profundizar en el análisis. Contrastar opiniones, generar juntos soluciones y llevarlas a cabo no es una tarea sencilla.
Implica un grado de profundización mayor, por lo que dicho conflicto socio-cognitivo les lleva a mejorar el conocimiento sobre la tarea al mismo tiempo que les entrena en estrategias metacognitivas. La estructura del aula cooperativa es, en ese sentido compleja, ya que se diseñan grupos cooperativos de trabajo en el que se fomenta la heterogeneidad de sus componentes: alumnos que, dentro de la misma zona de desarrollo próximo, difieren en competencias, habilidades y otras características personales y que han de aprender progresivamente a trabajar juntos.
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